domingo, 17 de octubre de 2010

Consecuencias...

¿Cuales son las verdaderas consecuencias de nuestros actos? ¿Estamos conscientes y por lo consecuente preparados para afrontarlas? Sinceramente no lo creo, incluso porque yo me consideré en algún momento como esas personas que no gustan de pensar en las consecuencias... justificando ese hecho con el cliche "Estoy viviendo el momento, disfrutándolo" Pero lo que verdaderamente encierra esa frase es un 80% de egoísmo y un 20% de falta de interés en la situación.


Inexorablemente la naturaleza del hombre -talvez eso lo justifique un poco- es creativa e imaginativa. Es uno de nuestro dones como seres pensantes y dada esa característica no podemos evitar el darle múltiples interpretaciones a un hecho, que evidentemente la mayoria de las veces, suelen ser falsas. Ya que dejamos de lado la parte racional e involucramos emociones y sentimientos que, como la mayoría hemos experimentando, son cosas inexactas, inmedibles e inexplicables.


Lo anterior me lleva a reflexionar sobre lo siguiente: ¿Qué tan grave es?


Mi respuesta está dividida... talvez porque sigo siendo incapaz de separar la razón del sentimiento o probablemente porque muchas veces me rehuso a vislumbrar lo que no quiero que suceda -manifestandose de nuevo mis razones divididas-. Pero sabemos que siempre habrá 2 lados de la historia, tendremos que escoger el camino por recorrer y decidir de que manera ser. No podemos seguir fragmentando nuestra realidad para volverla fantasiosa y surreal y definitivamente no debemos seguir esperando que las cosas se acomoden de la manera que dibujamos mentalmente. Se sabe lo dificil que es convivir con nuestro lado racional y emocional sin embargo, es más difícil negarlo ya que la solución a muchos problemas radica en empezar a verlos como tal.


Pero entonces, ¿por qué es tan dificil comunicarnos entre nosotros, decir la cosas como son y actuar coherentemente? La respuesta -y por primera vez estoy segura de ella- es el miedo. Ese complejo sentimiento vive limitando lo que somos. Todos estamos impulsados a actuar por miedo, algunas veces nos lleva a tomar decisiones de las que no nos arrepentimos pero muchas de las veces, nos lleva a tomar la decisión de dejar de tomar decisiones y eso es lo no menos grave que triste de mi reflexión. Que absurda la manera en la que somos y más aún, la que esperamos que sean. Sigo en el constante debate conmigo misma para poder dejar de dividir mis acciones. Lo que quiero es etender que necesito actuar con la razón guiada por el corazón. No se trata de dividir, sino de complementar.


Tan contradictorio como parezca, mi complemento ideal en este momento es la razón.