miércoles, 16 de febrero de 2011

Nuestra utopía


Regresemos a lo que alguna vez fuimos; Seamos lo que nunca hemos podido ser.


Una imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad; por definición es lo que significa vivir fuera de nosotros, o mejor dicho, ser una ilusión. Nuestro comportamiento social esta regido por absurdas y contradictorias maneras de "deber ser". Hemos hecho y deshecho de todo para aseguranos a nosotros mismos que asi es como debemos funcionar. Queremos pensar que existe un código que nos asegura la felicidad eterna. Buscamos lo que en el fondo no deseamos y es ahí cuando empiezan los problemas...


Vivimos confundidos y frustrados por ignorarnos para seguir un patrón que aparentemente ha funcionado por millones de años y que la gente que nos rodea se empeña en asignarnos. Somos capaces de entenderlo, asimilarlo y aplicarlo, pero dudo mucho que seamos capaces de transformarlo hacía nosotros para entonces si sentirnos parte de una realidad. Talvez estoy exagerando pero creo que la manera en la que nos han enseñado a convivir en sociedad ha sido la más compleja y errónea; no busco vivir de la manera más sencilla posible, simplemente busco mi realidad.


Empiezo a creer que solo formamos parte de un sistema muy bien planificado, sigo sintiendome extrañamente ajena. A veces las cosas parecen tomar un ritmo y logran sonreírme, a veces no tanto. Sin embargo, me cautiva cuando por momentos el código se fragmenta y aparecemos espontáneos.


Cada quién crea su propia ilusión, unos más apegados a lo que verdaderamente son, otros simplemente buscan elevarse. Entonces... Si al verme logras sonreír, ¿es por qué me has percibido tal cual soy? o ¿por qué has encontrado la manera de envolverme en tu ilusión?




lunes, 14 de febrero de 2011

Noctámbulo



Daba un paso y estaba en otra ciudad, me regresaba y estaba fuera de mi; respirar costaba trabajo, observarte a la distancia más. Fueron minutos penetrantes, casi como los de aquel olor que florecía en la lejanía. Un tic-tac me recordaba que el tiempo se había detenido y que el palabreo incesante se acercaba conforme la noche se alejaba. Confrontación de poderes, un sube y baja asombroso que era capaz de mantener mi cabeza ocupadísima en no querer pensar más. Pestañeo de ojos, luces y bochornos se manifestaban pero mi ojo aferrado a darle vida al sueño se volvía más perspicaz.

Para cruzar esa frontera entre verdad y realidad habría que romper algunos lazos, brincar dimensiones y amarrar situaciones. Mientras tanto, los segundos seguían acomodándose a la perfección dándole brillo a aquella agria melodía acompañada de imágenes robustas y oblicuas.

Algún día seremos más que hoy, no tiene caso detenerse y analizar. Así aprendímos a ser, ahora es difícil cruzar la frontera tantas veces sin perder la noción del verdadero lugar de origen o de la veracidad de cada migración. Existe una fascinante fuerza que nos comprueba que para dejar de soñar hay que dejar de crear; creer para crear.

La consciencia se mantiene alerta durante la noche, los sentimientos se agudizan y las historias crecen. Al detenerse, el ritmo se quiebra y existe la posibilidad de despertar a quién sin imaginarlo, te encontró en su sueño.


jueves, 3 de febrero de 2011

Ceguera

Hace ya un tiempo que no me detenía a escribir o mejor entendido a escucharme. Y es que mi vida ha dado tantos giros ultimamente que suelo olvidar la manera en que el concepto velocidad influye en mi vida. ¿Cuántas veces me lo han dicho? No corras... observa, detente, respira, inspira y sigue caminando. Es fácil decirlo, como todos sabemos; es fácil entenderlo, como pocos sabemos; lo verdaderamente difícil es dejar de pensarlo, como no hacemos.


Sin embargo hoy, me entró con mucha fuerza una energía dormida que susurró deliciosamente ligeras y nuevas palabras. Quisiera compartirlas pero aún no comprendo su significado, son cosas que suceden mientras sueño. Recorro y creo ese camino desconocido que me se de memoria manteniendo los ojos cerrados. Nunca había sentido tanta seguridad en medio de la obscuridad, jamás había percibido la tranquilidad que me da la inceridumbre. Que tonto afán el de querer saber la respuesta antes de siquiera formularnos bien la pregunta.


Faltan muchos ojos por abrir, entretanto me dejo llevar por el cíclope que me renueva con tan sólo contemplarse a sí mismo... y es que al fin puedo verme reflejada o cautivada por su sabiduria.