lunes, 19 de diciembre de 2011

Época de provocar

Empecé escribiendo con las ganas de hacer una reflexión acerca de cómo percibo esta época de festividades. Al momento de leer el párrafo que llevaba, me di cuenta que había perdido el objetivo por completo. Y es que, independientemente de mi postura al respecto, creo que no encuentro la manera socialmente correcta de decir lo que pienso. No se si sea por la nube de “alegría” en el que la mayoría está envuelto, o por la carente necesidad de seguir siendo señalada. Pero no sobra decir, que al igual que yo, existen otras personas que decidimos ver ambos lado de la historia.

Como en muchas otras situaciones, la hipocresía juega el papel principal en este mar de confusión. Y es que con tres meses de anticipación el bombardeo de mensajes “emotivos” comienza a hacer su aparición. Disculpen si soy agresiva, pero un regalo de intercambio en el cual ya se exactamente que recibiré (porque hay que evitar la fatiga de conocernos aunque sea poquito), no logra motivarme a compartir “mis mejores deseos”. No es por que me jacté de ser una excelente persona, pero sinceramente yo busco lograr eso en las personas todos los días, sin importar la época del año.

Podría seguir enlistando lo que a mi parecer está corrompido durante estas fechas, pero no se trata de eso (y ciertamente me da flojera). Lo que quiero lograr es que al igual que yo, la gente vea el otro lado de la historia. No soy aguafiestas por decir que no todo es magia y buenos deseos, pero simplemente así es. No se trata de poner tu mejor cara sólo por algunos meses. Tampoco se trata de querer borrar lo malo que sucedió durante el año con trivialidades. Se trata de ver las cosas como son: un cierre de año más, se terminan ciclos y se renuevan energías. Yo sólo digo que hagamos lo que nos gusta hacer siempre. Seamos verdaderos y no dejemos que la marea de ilusiones arrase con nuestra realidad.

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