martes, 30 de agosto de 2011

Blanco

El ambiente es blanco, casi puro. Mi mente se aleja de todo ruido y busca encontrar la calma en cada letra. Te veo mirándome a los ojos y sonriendo, ni una palabra se dice entre nosotros, pero nuestros cuerpos ya están gritando. Estas del otro lado, recargado en un árbol y proyectando mis pensamientos hacia los tuyos. Estamos disfrutando la lejanía y sólo porque sabemos que es el último paso para ya no separarnos jamás. Así funciona la mente, compleja y abstracta, enredada y confusa, creativa y sensible; como tú en mi, como yo en ti; los dos en el universo y el universo en su soledad.

Me llenan las ganas de caminar hacia ti, no llevo prisa, se a dónde quiero llegar. El suelo es firme pero frío, tu mirada me sigue motivando y mis manos te siguen alcanzando. Ha pasado el tiempo casi sin darnos cuenta, el panorama a contemplar es demasiado bello para ignorarlo. La fuerza que compartimos es tanta que nos permite rozar nuestros dedos a pesar de la distancia. Somos seres muy fragiles, con pensamientos aún más.

Por momentos somos intangibles, así como invencibles. En nuestro suspiro se encuentra la verdad que está a punto de ser revelada; en la mirada se refleja el color de una nueva vida, llena de matices cálidos y sombreada con detalle. Nuestras palabras se explotan y combinan creando sensaciones de una magnitud nunca antes percibida. Somos algo nuevo, un concepto aún indefinido, un parametro a seguir para aprender a soñar despiertos y a volar descalzos. Somos una línea por la cual se entrelazan diagonales que provocan un respiro simultáneo. Energía y luz es lo que hay. Palabras por inventar y sentimientos por definir. Un ambiente blanco, puro como nuestro amor.

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